jueves, 31 de julio de 2008

Alejandro duerme bajo los libros

No sé si es porque veo a mi hijo durmiendo bajo mis libros, o porque ahora pienso como un padre, o porque hecho mucho de menos a este gran poeta, pero sus palabras no dejan de latir en mis sienes:

Escultor de barro
A María Aurelia Sánchez

Yo no podré jamás ser un buen padre
con el pecho estrellado de condecoraciones
y el cuadro de un abuelo bien barbado,
modelo de mi prole.

A una mujer le brotarán los hijos,
tan milgrosamente como flores.
Llegarán preguntando a dónde vienen,
desde Dios sabe dónde.
Y yo, que he estado siempre entre preguntas,
¿qué responderé entonces?

Qué pena no poder ser un buen padre
lleno de tesis y de nombres,
con un consejo a flor de labio
y un dedo enarbolando las lecciones.

Mal puede un escultor hecho de barro
querer modelar hombres.

Ellos me pedirán para sus pasos
sendas seguras en el bosque.
- Dejad la mano izquierda en el ocaso
y el corazón quemando al polo norte,
zaguero el sur y el este a la derecha.
Y ahora que conocéis los horizontes,
marchad, diré a mis hijos,
a donde oigáis cantar los ruiseñores.

Qué pena no poder ser un buen padre
de los que todo lo conocen;
y qué vergüenza que mis hijos
se enteren por los libros que hay padres mejores.

Les dejaré la herencia de mi frente,
un arca llena de interrogaciones.
¿Y qué pensarán ellos,
sintiéndose tan pobres?

¡Qué lástima tener que ser tan mal padre,
tan viejo y triste entre los jóvenes,
con la espalda curvada
de tanto cortar flores!...

P. Lezcano, Mensaje, 1946.

Yo conocí a Pedro, que nunca me dejó llamarle de usted, en su casa; fue fácil encontrarle sólo había que preguntar en el pueblo por el poeta. Ya no escribía, tenía 80 y tantos y se había muerto su hija. Vivía en una depresión muy profunda, con mis visitas yo veía ilusión en su mirada, y sobre todo que volvía a hablar en endecasílabos.

Me enseñó mucho en las pocas veces que hablamos, a encuadernar libros, a mirar en verso la vida... Me dijo que sólo había una cosa de la que se arrepentía en su vida, y era de haber sido político, y una sola profesión que no respetaba: la de militar. Yo por aquellos entonces era militar, cosa que nunca que dije, y recuerdo como uno de los momentos más intensos de mi vida cuando leí delante de él uno de mis cuentos, sentado en la biblioteca de la casa de Benito Pérez Galdós. Fue el único Presidente del Cabildo de Gran Canaria que se sentaba al lado del chófer, y que a pesar de una vida muy intensa, su mejor recuerdo era una poesía que improvisó para las azafraneras. El momento que recordaba con más miedo fue cuando, fijénse en la paradoja, casi le meten en la cárcel por el poema titulado "Consejo de Paz", que se ganó un consejo de guerra.

Yo conocí a Pedro Lezcano en su casa, iba en silla de ruedas y sólo hacía power points de setas. Elaboré un verdadero edificio burocrático en Salamanca, para intentar traerle y que la gente le conociera, por lo que él quería que se le conociese, por su obra, pero de sus labios. Le pedí permiso para utilizar sus poesías y su respuesta fue: "Para eso no necesitas permiso, Daniel, mis poesías no son mías, son del que las quiera, mías son mis manos que se han de venir conmigo al fango, con mis escritos haz lo que quieras".

Hoy 6 años después de su muerte le sigo recordando como el único hombre que he conocido que vivía como soñaba, en verso, y me acompañaba hacia la puerta de su casa con su bastón lamentándose por los insultos que le profería su perro al no dejarle salir.

Mientras acuno a mi hijo con mi mano izquierda, te recuerdo Pedro.

jueves, 24 de julio de 2008

Alejandro

Alejandro Recien Nacido
Alejandro 1er día

Y tras verle, tuve la certeza de que no he hecho nada en mi vida que pueda ni siquiera comparar a besar los dedos de la mano de mi hijo.

jueves, 17 de julio de 2008

El día que decidí tapiarme una oreja

Todo el mundo me pregunta, ¿por qué coño llevas una oreja tapiada? Pues bien, hoy he decidido explicarlo. Porque me da la gana, razón primordial, porque estoy hasta los huevos de oír medias verdades, (siempre he preferido las medias mentiras), porque todos los días me acosan las noticias, mentiras, las vecinas, el vecino, los perros, las obras... Y ¿por qué no me he tapiado las dos? Primero por solidaridad, hay tanta gente que daría lo que fuera por oír, que no lo podía hacer; después, porque no podría oír música, que es de lo poco sincero que queda en el mundo, ¿cómo coño lo haría Beethoven?

Estos días le estoy dando vueltas a tapiarme un ojo, o quizás me lo alicate para ser más moderno, con baldosas de colores, con baldosas de colores...

miércoles, 16 de julio de 2008

El Guardián del Tiempo Perdido

" And if i'm wasting my time
then nothing could be better
than hanging on the line
and waiting for an honest word forever"
The White Stripes, Wasting my time

Joder, vaya calor que hace en Barna en julio. Tengo que hacer unas compras para el niño, pero me lo estoy pensando. ¡Y encima estos malditos semáforos que no se ponen nunca en verde cuando estás al solanero! De repente, alguien se acerca por detrás y se pone al lado... Va vestido con un traje de manga larga amarillo limón, una chistera y zapatos negros, guantes blancos y un bastón en las manos... Casi parece una caricatura más que un ser humano. Una gran perilla perfectamente recortada y un monóculo en su ojo izquierdo. Es cómo si a un español le hubieran dicho que dibujara de manera satírica a un inglés, al lado de él uno piensa dos cosas, o bien: "Es un cobrador de morosos" o "De un momento a otro va a sacar una caja de cereales y se va a meter en ella".
No puedo resistir la tentación de hablar con este gran personaje, que para mi asombro no suda, ni hace ningún gesto de sofoco, a pesar de estar a 35ºC y con una humedad de muerte. ¡Hola! Hola Sr. García. ¡Joder! Sabe mi apellido... Bueno, la verdad es que no es nada exótico, pero aún así... ¿Cómo sabe usted mi apellido? Fácil, es mi trabajo, conozco el apellido de todo el mundo para poder hacer bien la catalogación. Mi asombro va en aumento, así que le propongo tomar una cocacola fresquita y hablar con más tranquilidad. Acepta encantado, aunque se pedirá, cómo no, un té. Entramos en el primer garito que nos cruzamos, El Central, nos sentamos en una mesita cutre, con sillas de anea blanca, y hablamos.
¿Me puede explicar lo que me ha dicho antes? Claro sr. García, soy El Guardián del Tiempo Perdido, y me dedico a guardar el tiempo que la gente va perdiendo, es una tarea ardua para la que es condición indispensable conocer bien el nombre de mis clientes para no equivocarme y ocasionar un disgusto...










Exactamente igual, me quedé yo, en blanco. ¿Entonces me quiere decir usted que no es humano? Exactamente, soy una figura intemporal, como la Muerte, Morpheo, la Vida... Le miro a los ojos, no sé si se está quedando conmigo o si de verdad, cree lo que estaba diciendo. Y no parece mentir. ¿Y para qué vale lo que usted hace? Hombre, es muy importante sr. García, el tiempo es un espiral, y cuando se malgasta se van rompiendo las líneas, las cuerdas, así yo lo que hago es recomponerlas, y guardar ese tiempo para un futuro, reciclarlo y crear más cuerdas para otras personas. Joder, no sé que decirle a este tipo. Perdone, pero es que es un poco difícil creer lo que dice, ha estado bien lo de saber mi apellido, pero... Sí, lo comprendo, es algo arduo reconocer a una figura casi divina como la mía, pero hay algo importante que se le escapa, lo que crea usted o no, no me interesa en lo absoluto. Dicho esto, se calzó de nuevo la chistera, se despidió y me dejó en el bar, con una cocacola, la cuenta por pagar y una sensación... ¿Cómo describirla? Pues, no sé, es cómo un alivio y a la vez una desazón. Por un lado, es reconfortante pensar que el tiempo que pierdes alguien lo guarda, lo mima, y lo recicla; por otro lado, ¿tanto tiempo perdemos que el Cosmos, el Universo, dioses o quién mierda sea, ha creado una figura equivalente a la Muerte o a la Vida, para administrarlo?

domingo, 13 de julio de 2008

Hijos de la Constitución

Compañeros, nacidos en el '78, somos la generación de la Bola de Cristal, del "Rompeolas" de Loquillo, los que vemos como se llena nuestra vida de niños, ya sean nuestros o de amigos, no quiero hacer un escrito melancólico sino reivindicativo. Somos creadores, de una forma u otra, escribimos, pintamos, tocamos, y es hora de ir haciéndonos hueco. Propongo el nacimiento de una Generación, HIJOS DE LA CONSTITUCIÓN, en este mundo lleno de hipocresía y prisas, lleno de rivalidades y mezquindad, hagamos nuestro espacio, creemos un universo como nos de la puta gana. Unámonos y editemos vídeos, organicemos exposiciones, conciertos, y sobretodo reunámonos en un espacio físico o cibernético, y comuniquemos al mundo lo que hacemos, tenemos que ayudarnos los unos a los otros, blogs, libros, cd's, dvd's, lo que sea. Escribamos un manifiesto y sobretodo, sobretodo, sobretodo, compartamos...

Yo propongo crear un blog y que cada uno aporte a él lo que le dé la gana, lo que tenga tiempo, lo que le apetezca. Y mi propuesta de banda sonora:




Escribid a todos los que sean de nuestra generación y que las ondas telemáticas nos reunan en una generación digital.

viernes, 11 de julio de 2008

Volviendo a inventar...

Invéntate un mundo, invéntate un tu, regálame un yo
bucea entre unos y ceros y créate,

créame

juguemos a vivir una vida inventada,
escóndete tras el enter y cuenta hasta cien,
te esperaré

entre links y banners;

regálame un yo y te regalaré un nosotros,
vísteme que yo te arroparé,
besémosnos hasta que el ventilador se canse
y el calor de la siesta nos envuelva.

Escríbeme que yo te editaré...

Cuento lejano de agosto

A Nora y a sus manos manchadas de arcilla,


"Mal puede un escultor hecho de barro

querer modelar hombres"

P. Lezcano, "Escultor de Barro" (1946)


Bueno, pues aquí estoy sentado a la sombra de la Torre Agbar que se levanta solemne buscando una vagina en el cielo. Llevo todo el día dando vueltas con mi bicicleta a ver si me canso, pero el cansancio sólo se traduce en dolor de culo, mi mente sigue estando muy fresca, aunque decir eso es un poco contradictorio porque está bastante caliente de pensar, pensar y pensar....

Hombre, por ahí viene Andrés.

-Hola Andrés, ¿qué tal?
-Bien, bien, cómo siempre.
-¿Qué tal tu padre? Desde que vivo en la ciudad que no veo las estrellas no sé nada de él.
-Pues ahí sigue, con su curro de limpia-estrellas. Me está dando mucho la brasa para que me aprenda el oficio, pero ya sabes que a mí las estrellas no me van, si tengo que limpiar una estrella prefiero que sea de mar.
-Entonces, es por eso que estás perdiendo el brillo de la piel, si ya no vas a limpiar... Pero bueno tío, cada uno es libre de hacer lo que quiera, si no te apetece el rollo estrella pues no lo hagas. Oye, ¿qué te parece si te tocas algo?

Descuelga su guitarra española, esa eterna mujer colgada a su espalda, y comienza a tocar un blues.

-Siempre tocas blues.
-Siempre toco lo que me dice tu cara, y siempre me llamas cuando estás jodido, así que, qué esperas.

El sonido de las cuerdas empieza a elevarse y a mezclarse con los azules, rosas y rojos de la torre, ascienden en espiral y empiezan a encender las luces, que chisporroteando empiezan a emitir todas las tonalidades posibles entre azul y rojo, de la mano de Andrés entonces brota una llamita amarilla y los verdes y naranjas empiezan a envolvernos. El marrón y el verde de las palmeras de la Diagonal palidece, y todas ellas empiezan a volverse azules, mientras la gente mira extrañada a la vez que maravillada como su piel se empieza a volver rosa, amarilla... Los ojos de los niños empiezan a proyectar una luz violácea y me miro... Soy el único que no cambia de color, ni yo ni Andrés, ¿por qué será? Creo que es porque hace tiempo que decidí no volver a cambiar de color, no quiero ser azul, no quiero ser rosa ni naranja. Quiero seguir con mi color y el que tengo guardado en una cajita en mi mesita de noche. Ese que guardo para Ella, para cuando le dé la puta gana de aparecer. Entonces, con nuestros dos colores sí que cambiaré, volaré. Le regalaré mi color y dejaré en sus manos la arcilla de mis emociones, que tantas manos han pringado ya sin logar que nadie hiciera un jarrón. Tengo mi armario lleno de vasijas rotas...

Andrés deja de tocar, y todo el mundo vuelve a su color.

-Bueno tío, creo que es hora de que nos echemos una caña- Dice mientras la torre alza su mirada hacia una luna que le mira con cara de envidia...

Y un año después, la tengo, vivo con la alfarera, he vaciado mi armario, he quitado las puertas y ahora vivo sin ellas, con estanterías llenas de jarrones blancos y azules, azules y blancos...

lunes, 7 de julio de 2008

Los genios españoles



Nada más que añadir, totalmente de acuerdo.

Manolito y el elefantito

"La Vida ya Muerte, como el músico e iconoclasta galés John Cale señaló una vez, son sólo cosas que haces cuando estás aburrido"
N. Gaiman, Muerte: lo mejor de tu vida.

Había una vez en la Ciudad Condal, un hombre al que los amigos llamaban Manolito El Elefantito; este mote no le venía por su gran memoria, o su peso, de hecho era más bien bajito y delgado, era por el tamaño de su miembro. Solía salir de la ducha y golpear con él las paredes mientras imitaba el sonido de una batería, se dice que una vez incluso en un concierto, puesto que nuestro hombre llegó a tener una banda de música famosilla, se lo sacó y comenzó a tocar la batería, se podía decir que era la polla a la batería.
Pues resulta que este hombre, de origen más bien humilde, había hecho mucho dinero, de la manera que tanta gente hizo en España en la época del ladrillazo, heredó una casa de sus padres y otra de sus tíos, y mirando el mercado vio que valían un dineral. Incluso vendió la que él tenía en el centro y se compró otra en las afueras para ganar más dinero todavía. Con el dinero que sacó de vender esas casas invirtió en otras, y cuando se quiso dar cuenta tenía cinco casas y seis en alquiler, todo un patrimonio para el paquidermo. Dejó el trabajo que tenía en una imprenta y se dedicó a invertir por diversas ciudades del país, hasta que calculó que tenía el suficiente dinero para vivir sin trabajar el resto de su vida.
Se compró un buen coche, un traje armani y un peluco marca buena, y se dedicó a realizar el sueño de su vida. Durante muchos, muchos años, las mujeres se habían reído de él, era pequeñito, muy delgado y desde joven alopécico, y en cuanto a lo otro, pues eso, el tamaño no siempre importa. Montó una banda de rock, y actuó a lo largo y ancho de Cataluña, tocaba por muy poco dinero o gratis, ya que él lo que quería era tener un grupito de fans que le adoraran como a un dios. Pero claro, a su edad, sin saber cantar ni componer, sin haber estado en OT, pues no funcionó. Así que harto de todo recurrió al plan b. Había observado que en ciertos bares, discotecas, había muchas veinteañeras extranjeras que revoloteaban alrededor de hombrecillos con mucha pasta, para que les invitaran a copas, a droga y se imaginaba que luego ellos se lo cobrarían en carne. Así que cogió su traje, peluco y coche caro y se fue para el Buda. Tras la segunda botella de cava del norte, champán creo que le llaman en esas tierras, ya tenía tres niñas de veinte añitos con él, riéndole las gracias y extasiándole con sus perfumes caros, los generosos escotes sin sujetador, y las risas profidén. En poco, una enorme erección se hizo con el elefantito y el pantalón, empezó a acusarlo notablemente, estaba eufórico y pensaba tener la mayor noche de sexo de su vida, con varios de aquellos bocados celestiales.
Humo, alcohol, perfumes caros, mucho rojo, música trance, softrance, minimal... House, los budas con su falso dorado, los camareros y camareras topmodel en paro, mucho billete de cien euros, risas falsas, oro, mucha ropa negra y el tiempo como suspendido, flotando alrededor de Manolito que poco a poco se levanta, todo el mundo está muy quieto, ¿será una broma? ¿Un juego? Sólo se mueve una persona, sentada en una silla acolchada, un sillón dirían otros, una chica joven, muy pálida, vestida de negro y con las uñas pintadas de negro, tiene pinta de cantante adolescente, de rock-star, de su cuello cuelga un Ankh egipcio, y entre sus piernas, apoyando en el suelo tiene un paraguas negro. Cuando nota que Manolito le ve se levanta y se acerca a él, ¿te lo has pasado bien? Dice con una voz que podría dibujarse con colores púrpuras... eh... sí... Pero, ¿por qué me lo dices en pasado? Porque es la hora. ¿Ya? Sí. Manolito mira atrás con pena, pero no se nota apenado, más bien siente alivio. Se abotona la chaqueta con parsimonia, y sale del local acompañado de la chica, la calle bañada de naranjas y sirenas, y el aire, el aire como siempre nocturno, oscuro y nocturno...